Monday, October 17, 2011

FM y AM

Esta historia también le pasó a un amigo...

Era una mañana normal para Andrés, excepto porque una capacitación en otra oficina cambiaría el rumbo de su día y el de una etapa de su vida.

Se presentó temprano, como solía hacerlo todos los días para su trabajo. Incluso un poco más de lo normal por aquello de no dejarse coger de la tarde ya que iba hacia un lugar diferente. Una vez allí saludó a algunos colegas a quienes no veía hacía tiempo. Uno de ellos le hizo una seña para que volteara a mirar unos metros hacia la pequeña cafetería de la oficina. Estaba allí sentada: una hermosa sonrisa resaltaba su delicado rostro y sus gafas pretendían un aire intelectual que la hacía parecer aún más fascinante.
- ¿Quién es ella? - Preguntó Andrés.
- No lo sé, pero está divina, ¿cierto? - Respondió su colega.

Acto seguido, Andrés fue a sacar un vaso de agua para verla más cerca, con tan mala fortuna que el dispensador del agua era desconocido para él y regó un poco. Ella se rió mientras Andrés, abochornado, esbozó una sonrisa y salió de allí inmediatamente.

Minutos después, luego de terminar de saludar, nuestro protagonista entró a la sala donde recibiría su entrenamiento y allá estaba nuevamente ella, sentada. Al verla sonrió y sus miradas se encontraron, como si se conocieran de siempre, como si nunca más se fueran a separar.

Andrés una vez más se dejó llevar pos sus sentimientos y pocas semanas después iniciaba su idilio y una nueva relación con Camila.

Su nueva novia parecía la mujer 10: personalidad arrolladora, tierna, inteligente, echada para adelante y sumamente bonita.

Al principio la relación marchó sobre ruedas y todo era color de rosas... Un noviazgo bastante serio donde por una situación en particular, Andrés inició un proceso de sugerirle mejorar algunos hábitos en su conducta, ya que Camila tenía un aspecto primordial de su vida que tenía totalmente descuidado. Ella quién es un espíritu libre, se molestó por los repetidos comentarios de Andrés, que al ver que esa situación no cambiaba, empezó a desencantarse de Camila.

Unos meses después, la relación fue inviable. Andrés decidió terminar con Camila, aunque la amaba profundamente. Sentía que ella debía aprender a manejar mejor las cosas de su vida sola. Sin embargo, el cariño de ella llevó a que en repetidas ocasiones volvieran a estar juntos, intentando rescatar ese amor mutuo que se tenían. Sin embargo, las cosas nunca volvieron a ser como antes y lentamente el amor que se tenían iba extinguiéndose.

Andrés, en un último intento y convencido que ella es la mujer que quiere en su vida, decide buscarla y dar lo mejor de él para que la relación funcionara, con tan mala suerte que ella ya quería otras cosas para su vida y conocer otras personas.

Simplemente, estaban en frecuencias diferentes: él en FM y ella en AM...

Friday, February 25, 2011

Me están pensando por K y por K


-Todo hermano se interesa por una hermana, sobretodo si es hermana de otro-

No eran gemelas, pero parecían. Andrés conoció primero a la mayorcita, Katherine, gracias a un amigo de la universidad. No hablaron mucho más hasta que se la encontró de nuevo en una fiesta. Dudó si ir a saludarla, la veía diferente, cambiada. Pensó en decirle algo como "¿qué te hiciste en el pelo? Lo tienes lindo, chévere", pero prefirió quedarse un rato más con su grupo de amigos.

Unos minutos después sintió una mano en su espalda. Cuando se dio vuelta vio a Katherine, igualita, tal como la recordaba de la primera vez. "Hooola Kathe, ¿qué sorpresa, cómo estás? Podría jurar que viniste con otro peinado" -"No, seguro me confundiste con Karina". Tras la cara de perdido de Andrés ella prosiguió "Mi hermana. Ven, te la presento". Lo llevó de la mano cruzando la sala "Kari, mira, te presento a Andrés". Ya no las vio tan igualitas, pero tenían su aire.

Andrés se volvió muy amigo de ambas. Hablaban cada cierto tiempo. Hacía mucho no era amigo de dos hermanas, desde la infancia en el barrio. Todo siguió el curso normal de una nueva amistad, llamadas van, llamadas vienen… ambas le coquetearon y él, soltero en aquel entonces, les correspondía. Para él no pasaba de ser un juego tonto. Nunca pensó engañar a la una con la otra. Además no podría escoger. Hasta el cumpleaños de Daniel (por supuesto Andrés sabía que Kathe y Kari estarían allá). Él no las vio hasta entrada la noche y entrados los tragos. Él estaba hablando con una amiga cuando sintió el mismo toque en su espalda. Giró y vio, no a una, sino a las dos hermanitas. Lindas ambas. "Hola Andresito, ¿qué haces?" -"¡Hooola niñas! Aquí hablando con mi amiga, ¿cómo están? Denme un rato, hablamos ahora, ya les caigo".

Efectivamente, al rato fue donde estaban las hermanas. -"¿Quién era ella, Andresito?", dijo una. "Una vieja amiga, es una bacana", -"¿y por qué te tocaba el brazo?", dijo la otra. "Este… ¿no sé? Ni me había percatado", "Andresito, no me parece, tú sabes que tú eres de nosotras, JAJAJAJA" rieron ambas en coro. Él sólo optó por reír con ellas "jaja, tan lindas las hermanitas".

Más tarde, bailando con Katherine, ella le dice "Andrés, es en serio, tú eres de nosotras. Es más, tú podrías estar con Kari y yo no me pondría celosa". Andrés tragó saliva. No lo podía creer. Por primera vez en su vida una mujer le hacía propuestas y a su vez le daba libertad de estar con otra. Como en un sueño. Al rato alguien vino a bailar con Katherine, así que Andrés fue a hablar con Karina que estaba en un rincón del bar. "Hola Andresito, ¿y entonces? ¿Con quién te vas a quedar?" -"¿Ah?", balbuceó Andrés con cara de idiota. "Sí. ¿Te quedas con Kathe o conmigo? A mí no me darían celos si te viera con ella. Nos gustas a ambas, y no tengo problema con compartir". In-cre-i-ble. Si antes era un sueño… ¡ahora eran dos! De muerte lenta.

Así las cosas, Andrés tomó el mejor camino: los dos caminos. Se tomó el resto de cerveza que tenía y le dio un beso apasionado a Karina. No había nada más qué hacer. O bueno, quizás sí pero no en un bar. Hablaron un rato más hasta que volvió Katherine riéndose y diciendo "Camine pues Andrés que ahora le toca conmigo" y se lo llevó a bailar. Él no supo si ella se refería al beso o a hablar, o a bailar o algo más, pero entre vuelta y vuelta -era un merengue- ella le dio un gran beso y le susurró al oído: "no importa, no tienes que escoger, yo comparto. Si compartimos la ropa, ¿por qué no a ti que eres más divertido?". Sobra decir que esa fiesta fue inolvidable para Andrés. Por primera vez besaba a dos mujeres en una fiesta. Es más, por primera vez besaba a dos hermanas. Prácticamente al tiempo. Aunque no pasó nada más, él llegó a su casa con una sonrisa digna del Guasón.

Los tres siguieron hablando como si nada, con total confianza. Para él era extrañísimo ser "compartido" por ambas y que ninguna le viera problema. Él feliz. Luego de un tiempo Karina le dijo "tenemos que hablar". Ouch, me van a terminar, se dijo él, y se pusieron cita en un café. "Hola Kari, ¿qué pasó? me dejaste preocupado" -"Andresito, Kathe y yo estuvimos hablando y hemos decidido que no podemos seguir así". Sagrado Rostro, hasta aquí me trajo el río. "Kathe está empezando a sentir cosas por ti y ya no le parece divertido que tú y yo salgamos. Como yo no he empezado a sentir nada por ti, prefiero que dejemos así. Sal con ella nada más". Es la primera vez que me medio terminan, pensó él, pero estuvo de acuerdo. "Está bien. Es mejor no jugar con fuego", aunque hacía rato se habían quemado.

Él siguió saliendo con Katherine por un tiempo. El problema es que para él eso empezó como un juego, naturalmente, y no tenía mayores sentimientos por ninguna de las dos. Katherine estaba empezando a involucrarse sentimentalmente más de la cuenta. La cosa no iba muy bien. Él no se sentía comprometido con ella. Incluso pensaba más en Karina ahora que no la tenía. La bendita ley de la vida de desear más lo que no se tiene. Igual, todo terminó cuando sus doblemente suegros decidieron radicarse en otro país.

Andrés nunca me quiso decir a dónde se fueron. Pero cuando se emborracha dice llorando "epa chamo, me quedé sin la hallaca y sin el cocosette".

Tuesday, February 22, 2011

El primer baile

Por @OmarGamboa

Para bailar con Andrés o Carito:


-La primera vez duele-

Era su primera mintieca. Qué emocionante. Las minitecas son los primeros pinitos de todo cachorro humano en la jungla social y Andrés no fue la excepción. Es su primer enfrentamiento con aquella manada de seres exóticos, esos especímenes despiadados que lo harán padecer gran parte de su vida, devanarse los sesos tratando de descifrar ese comportamiento que va más allá de su primitivo pensar.

Como todo adolescente que se respete, Andrés no fue emparejado sino con su grupo de amigos, todos igual de inexperimentados a él. Iban a encontrarse además con el grupo de amigas que conoció dos meses atrás, por supuesto gracias a las habilidades de sus amigos. Él no era tan hábil para conocer en aquel entonces. Pasó varios días pensando nervioso en el tema. Prom de colegio religioso femenino: Dios mío… ¡¡era como estar de safari en Zimbabwe!! El ritual lo hizo completo, tal como lo vio siempre en comerciales: música a todo volumen, afeitarse -algo innecesario a esa edad-, la mejor camisa, el correspondiente chorrito de colonia boy-boy en sus manos para aplicársela en las mejillas. Por favoooorrrr, ¿cuál Brad Pitt?? ¡Ni George Clooney tiene tanto estilo! Dos horas antes de comenzar la fiesta, que de por sí ya era bastante temprano, se encuentra todo el grupo de amigos. "¡Demonios! ¡Todos vieron los mismos comerciales que yo!", pensó Andrés cuando notó que todos olían a lo mismo. 

Aunque todos tenían la misma risa nerviosa, ninguno pensó que se notara. La ansiedad y los primeros esbozos de feromonas asomaban, hasta que por fin apareció el papá de Santi, el mejor amigo de Andrés. La pandilla completa se sube al carro y pasan eternos 20 minutos en su viaje final. ¡¡¡Zimbabwe: Aquí vamos!!! Era como ir en un B52 esperando que se iluminara la luz roja y todos saltaran en sus paracaídas tras el GO-GO-GO del comandante.

Llegó ese momento que parecía tan lejano: 3 de la tarde de sábado, Andrés se baja del carro y mira con desdén la fachada del colegio, como vio que hacen los protagonistas de las películas de acción. Cuando se cerciora que el grupo está completo, empieza a caminar con paso firme -al menos eso creía él- buscando su destino. Algo aturdido por no conocer el terreno, ingresa al majestuoso salón oscuro. Las ventanas estaban cubiertas con bolsas de basura, negras. Sólo se podían ver unas luces fastidiosas de todos colores que le pegan directo en la cara, y unas cuantas siluetas de lo que parecen ser personas. ¡Dios mío! ¡Niñas! Hasta aquí llegó la valentía.

Sintió que todos lo miraban, repasó rápidamente: ¿camisa planchada? bien; ¿pantalón? puesto (¿o es que ustedes nunca soñaron que estaban en medio de un montón de gente y de repente se dan cuenta que no tienen pantalón?); zapatos? claaaaro, los de moda; parece que todo está bien. DIOS: ¿es el jean nuevo? ¿o el que se rompió en el último partido de fútbol improvisado contra los de la cuadra de al lado? Alivio, no hay huecos. ¿Colonia? Obvio, boy-boy, "para los niños de hoy". Esas miradas no podían ser sino de admiración, se dijo Andrés para envalentonarse.

Sus amiguitos ya iban más adelante, Santi encabezando. Carajo, Santi siempre ha sido el más popular entre las niñas, ¿¿por qué siempre se me adelanta??. Con paso veloz Andrés los alcanza, gracias a que se detuvieron revisando el terreno, buscando el mejor lugar para iniciar su cacería: Tierras altas, siempre ha sido la mejor opción. Desde ahí Andrés miró a lado y lado, buscando a Carito y sus amigas. Ella siempre fue la que más le llamó la atención, sobretodo desde aquella vez que jugaron 7-pum y ella ganó. Además de bonita era muy inteligente. Él supo que era el amor de su vida porque la primera vez que la vio sintió que caminaba en cámara lenta. "¡Allá están!" gritó Camilito señalando a un lado del salón, y todos se dirigieron allí. Andrés las saluda a todas de la mano -igualito que se saludan los jugadores de baloncesto antes del partido- dejando a Carito para el final, obviamente. Sintió que las piernas se le doblaban cuando sintió esa mejilla suave en la suya. "¡¡¡NUNCA ME VOY A LAVAR LA CARA!!!" se juró a sí mismo. Era como estar en la puerta del paraíso. Sólo faltaba que San Pedro dejara entrar. La charla nerviosa se dio entre todos, Ricardo, el mayor de todos y el que siempre tenía un chiste a mano, era el que más hablaba. El chiste a mano es porque tenía unos papelitos en que anotaba los chistes. Era medio desmemoriado el pobre. Andrés estaba entre intentar decir algo inteligente y forzarse a no mirar mucho a Carito y delatarse. Lo peor que puede pasarle a un niño de esa edad es que ella sepa que él la quiere. Bueno, que lo sepa ella y que lo sepan sus amiguitas.

Cuando la música empezó, sonaba tan duro que ninguno se escuchaba, pero cuando Ricardo dejaba de gesticular, todos se reían en coro: seguro era algo chistoso. Andrés actuaba mecánicamente, lo único que tenía en mente era bailar con Carito por primera vez. Bueno, bailar con una mujer que no fuera su tía por primera vez. Respiró hondo, la miró muy nervioso, fue hasta allá y le dijo "¿bailamos?"

Continuará. 

Amigos que nos siguen