Wednesday, April 21, 2010

Un día Juliana llegó... (quinta parte)

Si te perdiste la cuarta parte, haz click aquí

Por: OmarGamboa
- El problema no está en el uso sino en el abuso -
Mientras limpiaba las manchas de chocolate derramado -ya que el pan cayó justo en el pocillo humeante- Andrés miró a su mamá y le pidió que contestara el citófono y que ni de fundas dijera que él estaba en casa.

"Buenos días don Argemiro.... sí señor... sí, Juliana es la amiga de mi hijo... no, no la deje pasar, mi hijo no está.... no... don Argem... no, no me la pase.... Hola Juliana!! ¿Cómo me le va? .... Sí, él está en el matrimonio... no Juliana, yo no la puedo dejar pasar... ¿bañarse?... sí, yo entiendo pero... No, él está en el matrimonio, no lo puedo llamar ahora... no, yo no la puedo dejar pasar, mi esposo se disgustaría... sí, disculpe pero... ok, ok. Yo le digo que la llame apenas pueda. Bueno, hasta luego Juliana".

Colgó el citófono y ambos se miraron como diciéndose "¡Qué descaro!". Efectivamente la niña no pasó el día anterior por las maletas y las dejó en la portería que ya pasó a ser su armario personal. Andrés pensó que igual ella no tenía celular por lo que él no tendría a donde llamarla y se esperó una tarde tranquila. Seguramente ella se llevó las maletas, trató de convencerse. En repetidas ocasiones entraron llamadas al celular de Andrés, como siempre de números desconocidos, hasta que él decidió contestar una y decir que estaba ocupadísimo en medio de la ceremonia. Para su sorpresa, era voz de hombre: "¿Don Andrés? ¿cómo me le va? Esculpe, es que tengo aquí a doña Juliana que dice que usté la puede recoger" -"¿Recoger? ¿Recoger en dónde? No señor, qué pena, pero yo estoy en una misa en este momento no puedo salir. Dígale a Juliana que yo la llamo tan pronto pueda, gracias". Andrés sólo pensó que Juliana seguramente estaba borracha. ¿En una tienda? ¿por la 53? ¿Enfermita o borrachita? Esta vieja está como loca, se dijo.

Todo estaba fríamente calculado, ella no tenía celular así que se podría zafar de esta. Pobre iluso. Las llamadas no se hicieron esperar mucho. De nuevo, después de muchas llamadas perdidas Andrés decidió contestar: "Andrés!! ¿por qué no me contestas? -voz femenina, rápida y con tono exigente- Mira, es que estoy enferma y necesito que me recojas ya. Estoy en una tienda cerca a la 53" ¿Y esta vieja pendeja qué hace por la 53? Está como loca, pensó él, "¿enferma? ¿cómo así? Pero Juliana, tú sabes que yo estoy en Chía en el matrimonio, yo no me puedo volar así como así. Llama a alguien más" -"Pues es que llamé a mi hermano y él también está en Chía y tampoco me puede recoger". ¿UN HERMANO? ¿Tiene un hermano en Bogotá? ¿Y él no la recoge? ¿Y espera que yo sí me encarte?, fueron algunas de las preguntas que se hizo Andrés entre sorprendido y de mal genio. "Lo siento Juliana, yo no puedo hacer eso" -"Es que estoy muy enferma, me duele mucho el estómago, necesito que alguien me saque de aquí". Por supuesto él sólo pensaba que ese no era su problema, que la niña no pasaba de ser una conocida y que su responsabilidad se acabó hace mucho tiempo. "Juli, mira, si estás muy enferma, pues coge un taxi, llama una ambulancia, ¿qué sé yo?" -"¿Y a dónde llamo una ambulancia?" -"No sé, la de tu EPS, o en últimas marca al 123". -"Ay Andrés, llámame tú la ambulancia" -"No, yo no te voy a llamar la ambulancia, no sé tus datos, escasamente sé tu nombre y me van a preguntar tu cédula y demás. Lo más fácil es que llames tú". Tras ires y venires similares la conversación finalizó. Esta vieja está loca, se dijo.

Esa noche Andrés tenía una reunión con sus amigos, unos tragos pendientes. A media noche entró otra llamada al celular de Andrés, que nunca contestó. A las 5 de la mañana él llegó a su casa, bastante entonado, y a punto de cerrar los ojos entró otra llamada. Contestó. Otro desconocido diciendo que "Doña Juliana está aquí cerca al Carulla de la 85, que si la viene a recoger que está enferma". ¿Podrá ser tal el descaro? De mal genio y borracho le dijo "Mire señor, yo escasamente conozco a esa niña. Yo estoy durmiendo, ella no es mi responsabilidad, así que lo siento mucho" y colgó.

Ese domingo pasó sin noticias de ella, por supuesto Andrés se levantó tipo 3 de la tarde. Salió a la tienda y pasando por la portería: "Argemiro, quiubo! ¿Qué? ¿Al fin a qué hora pasó mi amiga por las maletas?" -"¿Maletas? Don Andrés, las maletas siguen aquí. Su amiga está como loca porque ayer que vino estaba toda acelerada que porque no pudo subir y necesitaba bañarse. Me preguntó si aquí tenemos ducha, que si se podía bañar, que nosequé. Al final se cambió aquí en el bañito que tenemos y se fue, pero dejó las maletas". Andrés estaba sencillamente estupefacto. Eso lo superaba todo. Ya en el apartamento revisó su facebook y se encontró con una cantidad de estatus de Juliana que decían algo como "Estoy en la clínica, necesito que alguien venga y me recoja", 6 am. "Por favor, alguien venga por mí que no me dejan salir sola, estoy en la clínica Shaio", 8 am. "Alguien que pase por mí. Se me borran cosas de la memoria, venga alguien" 10 am. "Ya vienen por mí, gracias" 1 pm.

Andrés quedó extrañado y preocupado. Más lo primero que lo segundo. A las 9 de la noche una nueva llamada. Contestó y era Juliana. Le contó que estaba por la 85 y la "emburundangaron" como a las 5 am. ¿Qué hacía ella a las 5 am por ese sector? Esa vieja está como loca. Que se le estaban olvidando las cosas y que la llevaron en un taxi a esa clínica y que por fin la recogió un amigo. Le dijo a Andrés que iba para su casa para pasar por la ropa. Finalmente. Llegada la hora bajó a la portería, le entregó las maletas a Juliana y ella se fue con su amigo. Andrés quedó muy sorprendido porque Juliana no hizo más que agradecerle lo bien que él se portó con ella. Le agradeció mucho que le haya permitido dejar las maletas, que la haya dejado pasar la noche (las dos noches), y que estuviera pendiente de ella. Andrés no pudo más que sentirse mal porque no hizo tanto y sólo atinó a responderle "por nada Juli, por nada". Juliana parecía otra, tenía una actitud calmada, muy diferente al usual acelere.

Pasaron dos semanas sin que él supiera nada de ella, hasta que vio en facebook en el estatus de Juliana que decía que le habían diagnosticado "trastorno afectivo bipolar". A partir de ese momento, para Andrés todo tuvo sentido. Efectivamente, esa vieja estaba loca.

Sunday, April 4, 2010

Un día Juliana llegó... (cuarta parte)

Si te perdiste la tercera parte... haz click aquí.

Por: OmarGamboa

- Agua que no has de beber, déjala correr -
Varias veces llamó Juliana a su amigo sin ninguna respuesta. Cansado como estaba por no haber dormido la noche anterior, pensando en que mientras el amigo aparecía y ella se fuera podría pasar mucho tiempo - ya era más de media noche y Andrés tenía que madrugar a trabajar y no podía darse el lujo de llegar un minuto tarde- fue que Andrés finalmente decidió a regañadientes decirle a Juliana que pasara la noche con él. Juliana estaba terriblemente buena, pero claramente ella no le daría ni la mano. Así las cosas era más el costo que el beneficio, pero era preferible eso a llegar a la oficina con dos horas de sueño encima, máxime cuando la noche anterior tampoco durmió un carajo.

La niña evidentemente aceptó pasar la noche con él. Más se demoró él en pedírselo que ella en ponerse la pijama (obvio, frente a él) y acostarse a dormir, dándole la espalda -y ese culo caido del cielo-. Andrés suspiró y recordó cómo es que se sentía cuando adolescente, se dio media vuelta y durmió. Al otro día sucedió lo mismo: ella se tomó todo el tiempo del mundo para arreglarse y salir. Andrés sabiendo cómo iba a ser aquello, no la esperó y se entró a bañar temprano esperando que ella hiciera lo propio. Antes de bañarse sucedió algo inesperado. Algo que uno sólo espera que pase en las películas, en las novelas, comedias o cuando mucho, en un blog: "Huy Andrés, acabo de tener un accidente. ¿No tienes de casualidad por ahí unas toallas higiénicas?"

Cuando Andrés reaccionó, casi que le responde "Qué pena, se me acabaron justo ayer". Sabiendo que era una emergencia le dijo "no, pero ya llamamos a la droguería a ver si nos hacen un domicilio". Andrés llamó a cuanta droguería había en su barrio y cercanías, pero en ninguna contestaron. Sólo en una, en donde le dijeron que los domicilios se hacen a partir de las 8 am. Eran las 6. Maldición ciega, maldición china, indonesia... todas juntas. Además que fuera sólo desde las 8 implicaba quedarse hasta esa hora allí, y Andrés necesitaba estar antes de las 9 en su trabajo. Era posible, aunque complicado. Resignación de nuevo: madrugar no sirvió de nada. Él se arregló, le pidió a ella que se alistara también. Finalmente llegaron las dichosas toallas higiénicas, con alas por supuesto. (¿No podían haberlas mandado volando?). Cuando ella estuvo lista para salir y Andrés estaba al borde del infarto, faltaban 20 minutos para las 9 de la mañana. Juliana le dice "Oye, no tengo plata, ¿me acompañas a un cajero?". Él tenía el tiempo preciso para dejarla en el paradero del bus, no podía darse el lujo de desviarse, esperarla o dejarla "tirada" en cualquier lugar, aunque ganas no le faltaran. Andrés prefirió prestarle plata -más- y no perder el tiempo que no tenía. "Oye ¿y qué hacemos con las maletas? -le preguntó Juliana- Yo no me las puedo llevar. ¿Las puedo dejar aquí?". Como si fuera poco. Pensándo rápidamente Andrés le dijo que entonces las dejara en la portería y se encontraran allí, mientras él sacaba el carro. "Ah, ¿vas en tu carro? ¿Entonces por qué no dejamos las maletas en tu carro y cuando nos encontremos por la noche me las das?" -"Esteeee, no, no. ¿Qué tal necesites algo y yo no pueda encontrarme contigo? Mejor las dejas en un lugar al que puedas ir en cualquier momento". La excusa funcionó y ella finalmente dejó las maletas en la portería. Andrés fue por el carro, recogió a Juliana y salió disparado. La dejó en el bus con tan solo 7 minutos para llegar a su oficina a tiempo, estando a 60 calles. Increíblemente llegó a tiempo a la oficina (manejó como loco desesperado, tal vez porque efectivamente lo estaba), contó con suerte y no había tráfico.

A lo largo del día Andrés recibió múltiples llamadas a su celular, desde números desconocidos. Siempre supuso que era Juliana y él sencillamente prefirió no arriesgarse y no contestarle a nadie cuyo número no conociera. No tenía ninguna intención de encontrarse de nuevo con ella. Ya era suficiente. Más que suficiente. Esa noche, Viernes, Andrés se iba a reunir con sus amigos, como de costumbre. La cosa es que donde siempre se ve con sus amigos era exactamente la misma zona donde Juliana dijo que iba a estar, así que cuando él fue luego del trabajo sentía paranoia. En cada esquina paraba y miraba antes de cruzar, miraba por los espejos a ver si alguien lo seguía. Se subió la solapa de la chaqueta. Caminaba mirando al suelo. No, es que Jason Bourne come chitos al lado de lo que Andrés hizo esa noche. Luego del operativo se encontró con sus amigos y les contó la "pequeña" historia. Por supuesto ellos nunca le creyeron, no que hubiese pasado, sino que él no le haya tocado un pelo a la niña. Ok, Andrés tampoco lo creía. La noche pasó sin contratiempos.

Al otro día, Sábado, Andrés tenía un matrimonio y Juliana lo sabía. Sin embargo, por cosas de la vida el matrimonio se aplazó así que Andrés estaba libre y el sábado durmió hasta tarde. Eso Juliana no lo sabía. A eso de las 10 am Andrés se levantó, saludó a su mamá y se pusieron a conversar, Andrés contándole los últimos acontecimientos con Juliana. Empezaron a desayunar cuando sonó el citófono. Podemos comparar eso con la música de Psicosis. Andrés soltó el pan que tenía y con la boca abierta miró a su mamá. Ella también lo miró. El terror se apoderó de él.

(Continuará?)

Amigos que nos siguen