Tuesday, April 10, 2012

Andrés, no me des besos (final)


Previously on "Andrés, no me des besos":

"Un día de estos deberías pasar y consentirme un rato" le dijo Catalina a Andrés. Entraron a su apartamento, ella se desvistió y se acostó junto a él, pero al rato lo mandó a su casa frustrado -Maldita sea-. Él se alejó, ella lo buscó a los pocos días y lo invitó de nuevo a su apartamento "ponte cómodo mientras yo me baño" y se bañó frente a él con la puerta abierta. 

Ahí vamos. Ahora... si quieres leer con más detalle, aquí está la primera parte, y aquí la segunda.

Para escuchar mientras lees.




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Cuando él entró al baño dispuesto a todo -o al menos a no quedarse con la duda- ella muy pudorosa, alma de Dios, se tapó con la toalla y le dijo "Andrés ¿qué haces?" -"Eh.. eh… pues… es que dejaste tu puerta abierta y… pues…" -"No Andrés, sal que me tengo que vestir". Lo único que se dijo él fue ¿vio? Por eso no me empeloté, qué pereza esta vieja. 

Vestirse es un decir, porque Catalina salió en una pijamita diminuta, blanca casi transparente, que dejaba muy poco a la imaginación. Andrés estaba por enloquecerse. Hacía sesenta y cinco segundos ella lo echó del baño tras bañarse con la puerta abierta, y ahora salía así… espectacular. Por supuesto volvió a acostarse junto a él, juguetona y risueña. Él… bueno, él no sabía qué hacer. Ella se le insinuaba bastante y él no sabía cómo tomarlo. Después de un rato empezó a acariciarla como la primera vez y ella se dejó. Simple. Pero de nuevo, tras un considerable avance, le dijo "tengo sueño, voy a dormir." Esta vez él sí se disgustó. Se despidió y se fue con la intención de no volverla a llamar. Vieja loca.

Ella lo llamó varias veces y conversaron, pero Andrés le sacó siempre el cuerpo y no salieron más. Si algo te pasa una vez es falta de experiencia, si te pasa dos es tu culpa. Pero si te pasa tres eres un imbécil.

Pasó un buen tiempo hasta que coincidieron en una fiesta donde un amigo en común. La fiesta pasó como toda fiesta pasa: música, trago, baile, risas, fotos, algunos borrachos… que se van o se duermen en donde caen. Pasó como toda fiesta pasa, excepto porque Catalina, por alguna razón que sólo las mujeres podrán entender, empezó a insinuársele de nuevo a Andrés: se sentó junto a él, si él se iba ella lo seguía le hablaba al oído, le bailaba al frente muy explicita. Cuando le dijo "no tengo nada debajo del pantalón", él ya empezó a perder la fortaleza. Pero la terminó de perder cuando ella sacó su celular y le dijo "mira las fotos que me tomé hoy" y le mostró una serie de fotos de espejo, con ella sin una prenda encima. Ahí fue cuando él dejó de pensar nada diferente a qué cuerpazo tiene esta pendeja

Al final, los únicos despiertos y relativamente sobrios eran Andrés y Catalina. Todos se fueron a sus casas o a dormir. Se quedaron ellos dos solos en la sala, y él pensando sólo en una cosa. Por poco se manda a darle un beso, pero recordó los episodios anteriores, así que mejor optó por hacerle propuestas muy directas que ella -muy recatada y pura- rechazó. Tras insistir un rato, él la convenció de ir a una habitación desocupada y culminar lo que quería desde hace mucho.

Se levantó, la tomó de la mano y la llevó. La miró a los ojos y se dijo por fin serás mía, maldita. Le quitó toda la ropa sin reparos. Finalmente no había que darle besitos. Se quitó la suya y se lanzó sobre ella dispuesto a todo. Pasaron 5 segundos de felicidad cuando de repente ella empezó a estremecerse y a quejarse por dolor. Quitó a Andrés bruscamente. Él la miró jadeante entre sorprendido y frustrado. Le preguntó varias veces hasta que ella por fin le dijo que le estaba ardiendo mucho y que no podían seguir. "Andrés: creo que soy alérgica al látex."

No volvieron a hablar.

-FIN. Maldita sea.-

Tuesday, April 3, 2012

Andrés, no me des besos (segunda parte)


Si te perdiste la primera parte o ya no te acuerdas bien, puedes leerla aquí.

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Andrés no lo podía creer. Semejante ejemplar de mujer acostado a su lado semidesnuda. Estaban solos en el apartamento, luz tenue, música romántica, y él ni siquiera tuvo que seducirla. Ella solita se medio empelotó por una medio sugerencia de él. De hecho él esperaba una pijama de pantalón largo y saco de lana. Bogotá es una ciudad fría.

Él se había prometido en un principio que iría muy despacio con ella, porque la quería para algo serio. Luego se desencantó y la iba a dejar en una amistad. Pero… ¿tenerla en cucos y camiseta arrunchada junto a él y no hacer nada? "¿Caballero? Caballero mis polainas" y se decidió a actuar.

La mayoría de hombres habría hecho lo que él hizo: consentirle el pelo para quitárselo de la cara -ella sonríe-, luego consentirle el cuello para sensibilizarla -ella se estremece- y de paso moverle la cara un poco y que quede a merced -ella muestra una cara de satisfacción-.

Acto seguido él sacó un poco el brazo que tenía debajo de ella, para poderse apoyar y acercarse. Decidido, pero no agresivo, se acercó a Catalina y la besó. Cata, inexpresiva y con voz entre-dormida le dijo "Andrés, no me des besos". Así, simple, sencillo, definitivo... fulminante. Parecía tener mucha práctica, como si no fuera la primera vez que le pasaba. Su tono era tan indiferente como un "ve, otro semáforo en rojo. Pamplinas".

Pareciera que ella olvidó que no tenía casi nada puesto. La muy... muy. Pero eso a Andrés no se le iba a olvidar. Paró de besarla y se recostó de nuevo. Dudó un rato si seguir intentando, pero la miraba (le miraba todo eso) y se decía que el tema no podía morir así. Si muero, muero en la batalla, se dijo él. "OK, no la puedo besar, pero nadie ha dicho nada de no tocar" y le metió una mano debajo de la camiseta para acariciarle la espalda. 

Ella ya no era tan indiferente. ¡Se movía! Eso le dio confianza: ya no se sentía acariciando una estatua con calor humano. ¡¡La niña sentía!! Por supuesto Andrés siguió acariciando dándose más y más ánimo, aunque no dejaba de ser extraño que todo esto pasara sin un besito de por medio. Sin dar mucho detalle -esto no es un relato erótico, no se emocionen- él logró quitarle toda la ropa y ella… sencillamente se dejó.

Todo iba a pedir de boca -bueno, a pedir de mano porque pocón de besos- y justo cuando Andrés estaba listo para acostarse encima de ella y transportarse al cielo, Cata se volteó y le dijo "Ay Andrés, no. Me duele la cabeza, quiero dormir".

Si Andrés hubiese gritado como quería en ese momento, habrían salido espantadas hasta las palomas de la Plaza de Bolivar de Tunja. ¿¿PERO CÓMO ES ESTO?? ESTA VIEJA LOCA SE ME EMPELOTA EN LA CARA, SE ME ACUESTA AL LADO, SE DEJA QUITAR LA ROPA… ¿¿Y NO QUIERE NADA?? Viejas locas en esta vida, ¡&%·="=!!

Echándose baldados de agua fría mental se dijo: bueno… la verdad es que no tenía intenciones que pasara nada. Todo es ganancia, se vistió y se fue. Palmaditas pendejas en la espalda, pero no había más por ahora. Por más que quiso convencerse de que se alejaría de ella, no pudo dejar de pensarla. Seamos sinceros: ¿cómo iba a dejar de pensar en esas escenas?

Pasados unos días ella lo llamó y salieron de nuevo. Salieron varias veces pero Andrés se mantuvo en su posición de no entrar al apartamento de ella. Eso de que lo dejen a uno desvestido y alborotado es una vaina muy jodida. Eso no se hace. Una noche fría ella lo invitó a pasar y él finalmente aceptó. Ya estaba muy convencido de que no quería que pasara nada y así se sentía preparado para la frustración.

Era casi media noche de un día laboral, hacía frío, mucho frío -normal en Bogotá. Aparte Andrés tenía gripa -normal en Bogotá- así que tenía pocos ánimos. Cuando entraron al apartamento pasaron derecho a la habitación de Catalina, y ella le dijo "acomódate tranquilo. Yo me voy a bañar" y se empezó a desvestir tranquilamente. 

Andrés ya sabía que eso podía significar mucho y también podía significar nada. Con las mujeres nunca se sabe -y más con Catalina. Recordaba mucho esas sabias palabras que le dijo su abuelo en el lecho de muerte: "Andresito, mijito, cuando no sepas que hacer, no hagas nada.", pero ella dejó la puerta entreabierta y él podía verla por momentos. Maldita sea, qué vieja tan tentadora. Durante dos eternos minutos él pensó de todo: Si una mujer está sola en su apartamento e invita a un hombre que le tiene ganas manifiestas… debe ser por algo, ¿no?. Pero… igual la vez pasada estábamos a estico no más y ella se durmió. No, pero pues… ese día tenía dolor de cabeza, hoy está perfectamente. Pero… no, pero es que igual no le gustan los besos… ¿qué le hago? ¿le muerdo una teta como si nada? No, no, no puedo ser tan lanzado. Pero… juemadre es que está muy buena. Pero ¿y si entro y me saca a patadas? Es mujer, está loca. Todo puede pasar.

Bueno, tengo dos opciones: o no hago nada y espero que salga, o me empeloto y me le meto al baño. Como no supo qué hacer, esperó a que saliera de la ducha y se le metió al baño, sin desvestirse. 


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