Tuesday, April 10, 2012

Andrés, no me des besos (final)


Previously on "Andrés, no me des besos":

"Un día de estos deberías pasar y consentirme un rato" le dijo Catalina a Andrés. Entraron a su apartamento, ella se desvistió y se acostó junto a él, pero al rato lo mandó a su casa frustrado -Maldita sea-. Él se alejó, ella lo buscó a los pocos días y lo invitó de nuevo a su apartamento "ponte cómodo mientras yo me baño" y se bañó frente a él con la puerta abierta. 

Ahí vamos. Ahora... si quieres leer con más detalle, aquí está la primera parte, y aquí la segunda.

Para escuchar mientras lees.




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Cuando él entró al baño dispuesto a todo -o al menos a no quedarse con la duda- ella muy pudorosa, alma de Dios, se tapó con la toalla y le dijo "Andrés ¿qué haces?" -"Eh.. eh… pues… es que dejaste tu puerta abierta y… pues…" -"No Andrés, sal que me tengo que vestir". Lo único que se dijo él fue ¿vio? Por eso no me empeloté, qué pereza esta vieja. 

Vestirse es un decir, porque Catalina salió en una pijamita diminuta, blanca casi transparente, que dejaba muy poco a la imaginación. Andrés estaba por enloquecerse. Hacía sesenta y cinco segundos ella lo echó del baño tras bañarse con la puerta abierta, y ahora salía así… espectacular. Por supuesto volvió a acostarse junto a él, juguetona y risueña. Él… bueno, él no sabía qué hacer. Ella se le insinuaba bastante y él no sabía cómo tomarlo. Después de un rato empezó a acariciarla como la primera vez y ella se dejó. Simple. Pero de nuevo, tras un considerable avance, le dijo "tengo sueño, voy a dormir." Esta vez él sí se disgustó. Se despidió y se fue con la intención de no volverla a llamar. Vieja loca.

Ella lo llamó varias veces y conversaron, pero Andrés le sacó siempre el cuerpo y no salieron más. Si algo te pasa una vez es falta de experiencia, si te pasa dos es tu culpa. Pero si te pasa tres eres un imbécil.

Pasó un buen tiempo hasta que coincidieron en una fiesta donde un amigo en común. La fiesta pasó como toda fiesta pasa: música, trago, baile, risas, fotos, algunos borrachos… que se van o se duermen en donde caen. Pasó como toda fiesta pasa, excepto porque Catalina, por alguna razón que sólo las mujeres podrán entender, empezó a insinuársele de nuevo a Andrés: se sentó junto a él, si él se iba ella lo seguía le hablaba al oído, le bailaba al frente muy explicita. Cuando le dijo "no tengo nada debajo del pantalón", él ya empezó a perder la fortaleza. Pero la terminó de perder cuando ella sacó su celular y le dijo "mira las fotos que me tomé hoy" y le mostró una serie de fotos de espejo, con ella sin una prenda encima. Ahí fue cuando él dejó de pensar nada diferente a qué cuerpazo tiene esta pendeja

Al final, los únicos despiertos y relativamente sobrios eran Andrés y Catalina. Todos se fueron a sus casas o a dormir. Se quedaron ellos dos solos en la sala, y él pensando sólo en una cosa. Por poco se manda a darle un beso, pero recordó los episodios anteriores, así que mejor optó por hacerle propuestas muy directas que ella -muy recatada y pura- rechazó. Tras insistir un rato, él la convenció de ir a una habitación desocupada y culminar lo que quería desde hace mucho.

Se levantó, la tomó de la mano y la llevó. La miró a los ojos y se dijo por fin serás mía, maldita. Le quitó toda la ropa sin reparos. Finalmente no había que darle besitos. Se quitó la suya y se lanzó sobre ella dispuesto a todo. Pasaron 5 segundos de felicidad cuando de repente ella empezó a estremecerse y a quejarse por dolor. Quitó a Andrés bruscamente. Él la miró jadeante entre sorprendido y frustrado. Le preguntó varias veces hasta que ella por fin le dijo que le estaba ardiendo mucho y que no podían seguir. "Andrés: creo que soy alérgica al látex."

No volvieron a hablar.

-FIN. Maldita sea.-

Tuesday, April 3, 2012

Andrés, no me des besos (segunda parte)


Si te perdiste la primera parte o ya no te acuerdas bien, puedes leerla aquí.

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Andrés no lo podía creer. Semejante ejemplar de mujer acostado a su lado semidesnuda. Estaban solos en el apartamento, luz tenue, música romántica, y él ni siquiera tuvo que seducirla. Ella solita se medio empelotó por una medio sugerencia de él. De hecho él esperaba una pijama de pantalón largo y saco de lana. Bogotá es una ciudad fría.

Él se había prometido en un principio que iría muy despacio con ella, porque la quería para algo serio. Luego se desencantó y la iba a dejar en una amistad. Pero… ¿tenerla en cucos y camiseta arrunchada junto a él y no hacer nada? "¿Caballero? Caballero mis polainas" y se decidió a actuar.

La mayoría de hombres habría hecho lo que él hizo: consentirle el pelo para quitárselo de la cara -ella sonríe-, luego consentirle el cuello para sensibilizarla -ella se estremece- y de paso moverle la cara un poco y que quede a merced -ella muestra una cara de satisfacción-.

Acto seguido él sacó un poco el brazo que tenía debajo de ella, para poderse apoyar y acercarse. Decidido, pero no agresivo, se acercó a Catalina y la besó. Cata, inexpresiva y con voz entre-dormida le dijo "Andrés, no me des besos". Así, simple, sencillo, definitivo... fulminante. Parecía tener mucha práctica, como si no fuera la primera vez que le pasaba. Su tono era tan indiferente como un "ve, otro semáforo en rojo. Pamplinas".

Pareciera que ella olvidó que no tenía casi nada puesto. La muy... muy. Pero eso a Andrés no se le iba a olvidar. Paró de besarla y se recostó de nuevo. Dudó un rato si seguir intentando, pero la miraba (le miraba todo eso) y se decía que el tema no podía morir así. Si muero, muero en la batalla, se dijo él. "OK, no la puedo besar, pero nadie ha dicho nada de no tocar" y le metió una mano debajo de la camiseta para acariciarle la espalda. 

Ella ya no era tan indiferente. ¡Se movía! Eso le dio confianza: ya no se sentía acariciando una estatua con calor humano. ¡¡La niña sentía!! Por supuesto Andrés siguió acariciando dándose más y más ánimo, aunque no dejaba de ser extraño que todo esto pasara sin un besito de por medio. Sin dar mucho detalle -esto no es un relato erótico, no se emocionen- él logró quitarle toda la ropa y ella… sencillamente se dejó.

Todo iba a pedir de boca -bueno, a pedir de mano porque pocón de besos- y justo cuando Andrés estaba listo para acostarse encima de ella y transportarse al cielo, Cata se volteó y le dijo "Ay Andrés, no. Me duele la cabeza, quiero dormir".

Si Andrés hubiese gritado como quería en ese momento, habrían salido espantadas hasta las palomas de la Plaza de Bolivar de Tunja. ¿¿PERO CÓMO ES ESTO?? ESTA VIEJA LOCA SE ME EMPELOTA EN LA CARA, SE ME ACUESTA AL LADO, SE DEJA QUITAR LA ROPA… ¿¿Y NO QUIERE NADA?? Viejas locas en esta vida, ¡&%·="=!!

Echándose baldados de agua fría mental se dijo: bueno… la verdad es que no tenía intenciones que pasara nada. Todo es ganancia, se vistió y se fue. Palmaditas pendejas en la espalda, pero no había más por ahora. Por más que quiso convencerse de que se alejaría de ella, no pudo dejar de pensarla. Seamos sinceros: ¿cómo iba a dejar de pensar en esas escenas?

Pasados unos días ella lo llamó y salieron de nuevo. Salieron varias veces pero Andrés se mantuvo en su posición de no entrar al apartamento de ella. Eso de que lo dejen a uno desvestido y alborotado es una vaina muy jodida. Eso no se hace. Una noche fría ella lo invitó a pasar y él finalmente aceptó. Ya estaba muy convencido de que no quería que pasara nada y así se sentía preparado para la frustración.

Era casi media noche de un día laboral, hacía frío, mucho frío -normal en Bogotá. Aparte Andrés tenía gripa -normal en Bogotá- así que tenía pocos ánimos. Cuando entraron al apartamento pasaron derecho a la habitación de Catalina, y ella le dijo "acomódate tranquilo. Yo me voy a bañar" y se empezó a desvestir tranquilamente. 

Andrés ya sabía que eso podía significar mucho y también podía significar nada. Con las mujeres nunca se sabe -y más con Catalina. Recordaba mucho esas sabias palabras que le dijo su abuelo en el lecho de muerte: "Andresito, mijito, cuando no sepas que hacer, no hagas nada.", pero ella dejó la puerta entreabierta y él podía verla por momentos. Maldita sea, qué vieja tan tentadora. Durante dos eternos minutos él pensó de todo: Si una mujer está sola en su apartamento e invita a un hombre que le tiene ganas manifiestas… debe ser por algo, ¿no?. Pero… igual la vez pasada estábamos a estico no más y ella se durmió. No, pero pues… ese día tenía dolor de cabeza, hoy está perfectamente. Pero… no, pero es que igual no le gustan los besos… ¿qué le hago? ¿le muerdo una teta como si nada? No, no, no puedo ser tan lanzado. Pero… juemadre es que está muy buena. Pero ¿y si entro y me saca a patadas? Es mujer, está loca. Todo puede pasar.

Bueno, tengo dos opciones: o no hago nada y espero que salga, o me empeloto y me le meto al baño. Como no supo qué hacer, esperó a que saliera de la ducha y se le metió al baño, sin desvestirse. 


Wednesday, March 28, 2012

Andrés, no me des besos


Andrés fue a esa reunión de cumpleaños sin mucho entusiasmo. Seguramente sería como todas las demás reuniones, pero con gorrito y pitos. Llegó sin mucho entusiasmo y saludó a todos los conocidos. Sólo había una persona que no conocía así que se presentó. Ella tenía una cara muy bonita, como hacía rato no se cruzaba en la vida de Andrés.

Catalina hablaba diferente y alegre, tenía una conversación interesante; el checklist de Andrés estaba bien avanzado… hasta que ella se levantó al baño. "Dios mío, qué culazo" se dijeron todos los hombres con la mirada. Hasta los de la mesa de al lado dejaron de hablar para verla caminar. Eso le daba como cuatro check más en la lista. Carajo, tengo que conocerla mejor.

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Pasados unos días Andrés se animó a llamarla. Por supuesto no podía llamarla al día siguiente "ni de riesgo voy a ser un intenso", pero tampoco que pase mucho tiempo como para que Catalina se olvide de quién es él. Un par de días y llamadas después, salieron. Fueron a cine, se divirtieron y disfrutaron mucho su compañía. Cata es muy cinéfila así que sus planes más frecuentes eran ir y hablar de cine. Carajo de nuevo, aparte de todo Cata es muy inteligente.

Andrés decidió que quería algo serio con ella. No quería que fuese una más, alguien pasajero, así que se tomaría las cosas con calma. Iría muy despacio, que no crea que soy un perro. Sus citas con Cata por lo general terminaban con él llevándola a su apartamento, dejándola en la entrada del edificio y él sintiéndose bien porque no intentó nada más… hasta que una noche al despedirse ella le dijo "un día de estos deberías pasar y consentirme un rato". Re-carajo, ¡me encanta esta vieja!

Si esta historia fuera todo felicidad y risas no sería interesante. No podemos hacer una del tipo "Se conocieron, se quisieron, se amaron y fueron felices". Eso no pasa en la vida real. Y menos con Andrés. Toda rosa tiene su espina, todo cielo tiene su nube, todo jugo tiene su pepa (para no ser tan poéticos). Toda mujer tiene su pero, y el de Catalina nunca le había tocado a Andrés: No le gustaban los besos. 

Sí, cuando ella le contó eso a Andrés él se dijo lo mismo: ¿GUATTTTTT?. Y reaccionó igual: "Jejeje, no, en seeeerio. ¿No te gustan?". Cuando Andrés me contó, no le creí. ¿A quién no le gustan los besos? Probablemente la mordieron en su primera experiencia "osculística". De pronto el primer beso se lo dio alguien que venía de comer perro caliente con cebolla extra. Quizás el primer beso se lo dio a la almohada y lo sintió muy trapudo. Claro, en mi espíritu periodístico le dije todo eso a Andrés. "No marica, yo le pregunté de todo y ella me dijo que nada de eso, que simplemente no le gustan, que no sabía por qué, pero que no le producían nada, que sentía más emoción viendo "El boletín del consumidor".

Por supuesto eso le quitó muchos puntos a Catalina en el checklist mental de Andrés. Al lado de muchas cosas positivas había un graaaaan "NO LE GUSTAN LOS BESOS". A partir de ese día él dejó de llamarla con la misma frecuencia. Eso para él era importantísimo.

En alguna salida a cine, la llevó a su casa en el carro, como siempre. La diferencia la hizo un dolor de cabeza monumental que Catalina traía desde la mañana. Claro, a media noche ella ya estaba de muerte. Cata se recostó en el hombro de Andrés para que él la consintiera un rato. Ahí él recordó la noche en que ella le insinuó que entraran al apartamento y se lo dijo: "Cata, si tú quieres entramos a tu apartamento, te consiento un rato el dolor de cabeza y me voy. ¿Qué dices?".

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"Aaaaaay marica, hasta que se animó, ¿no?" fue lo que le dije a Andrés. Me dijo "le juro por lo que quiera que no entré con la más mínima intención de hacer nada. Ella tenía un dolor de cabeza tenaz y se le notaba. Además esa es la razón No 1 en el mundo para no tener sexo." -"Claro, pero con el marido, además esos son cuentos chinos." -"Bueno, listo, eso es cierto, pero en serio yo no entré a eso. La vieja partiéndose del dolor de cabeza…" -"y partiéndose de buena" lo interrumpí yo. -"Sí, buena y todo pero jodida. Además ya no me interesaba. ¿No ve que no le gustan los besos?" -"¿Y eso cuándo le ha importado?" -"Marica, digamos que usted sólo la quiere por sexo… ¿cómo la seduce sin darle un besito? Todo comienza con un beso, así sea chiquito. Tirar sin besar es raro, es como impersonal, ¿no cree?" -"Bueno sí, tiene razón."

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Pues ella le dijo que sí. Parquearon y subieron a su apartamento. Ella apagó la mayoría de luces -por aquello del dolor de cabeza-, puso música suave -por aquello del dolor de cabeza- y lo llevó a su cama para que la consintiera -por aquello del dolor de cabeza.

Pasado un rato ella ya se estaba durmiendo así que Andrés le dijo inocentemente "Cata, deberías ponerte pijama o si no cuando te la pongas te despiertas y te da la misma. La idea es dejarte dormida e irme". Ella se dio la vuelta, lo miró inexpresiva, se levantó, rodeó la cama y caminó despacio hacia el armario. Dándole la espalda a Andrés se desabrochó el jean y se lo quitó sin reparos. Andrés quedó absolutamente embobado y sorprendido. Efectivamente Cata tenía una de las colas más espectaculares que él haya visto. Creo que dejó de respirar para no hacer ningún ruido y desconcentrar a la pobre muchacha. Para no alterarle su hábitat. Como cualquiera de nosotros -espíritus científicos- habría hecho. No siendo suficiente, Cata se quitó blusa y brasier, mostrando una espalda bien bronceada, una piel lisa, un cuerpo espectacular color canela. Sacó del armario una camiseta blanca, se dio vuelta para ver a Andrés y se la puso mirándolo. Inexpresiva.

Caminando despacio fue hacia la cama y se acostó junto a él.


Sunday, February 5, 2012

Le pasó a una amiga.


También hay historias de mujeres. Aunque nuestro protagonista es Andrés y sus mujeres, esta historia es digna de ser contada así que haremos una excepción.
- La redacción.

Andrea sabía que tendría algo con él desde que lo vio. El tipo tenía su "algo" y ella no quería dejarlo escapar. Sabía que también es muy atractiva y se decidió a usar todas sus armas. Cuando vio que él se sentó en su escritorio, ella tomó unos papeles para pasar hacia la fotocopiadora "casualmente". Papeles en mano y escote en tetas- se fue decidida.

Al pasar frente a su escritorio lo miró directamente a los ojos y sonrió coqueta. Claro, Juan Carlos no pudo evitar sonreír sorprendido. Más tarde ese mismo día fue él quien pasó frente a Andrea como yendo al baño. Cuando volvió se detuvo en el escritorio de ella y la saludó: "Hola, perdóname, no conozco mucha gente aquí y pues… no sé dónde almorzar. ¿Qué conoces por acá?". Fue así como terminaron almorzando juntos y empezaron a coquetear con más decisión. 

El tiempo pasó normalmente -en realidad el tiempo siempre pasa normalmente, ¿cómo pasa el tiempo anormal?- y ellos siguieron charlando, sonriendo, riendo y coqueteando cada vez con más frecuencia. Con los días ya la cosa pasó de ser charla de escritorio a ser charla por messenger, luego fue charla por Blackberry y, si seguían así, seguramente terminaría siendo charla de alcoba. Cuando Andrea supo que él es casado ya estaba muy encarretada. Juan Carlos no usaba su argolla desde que la perdió. O al menos eso aseguró él.

Aunque Andrea quiso frenar las cosas un poco, una noche terminaron saliendo a tomarse un cafecito inocente. Por supuesto la charla fue "interesante" para ambos, y el tono cada vez subía más, hasta que ella prefirió cortar antes de que la cosa se complicara. Pero la cosa no era tan fácil porque Juan Carlos no vivía muy cerca de allí y le pidió a Andrea que lo dejara pedir un taxi desde su casa. Y bueno, no supo cómo decirle que no. Efectivamente llegaron a su casa y mientras ella dejaba sus cosas y le servía algo de tomar -que no se dijera que es mala anfitriona- él llamaba el taxi. La cosa se complicó.

Andrea llegó a la sala con el vaso de gaseosa, Juan Carlos la tomó -a la gaseosa- y la puso contra la pared -a Andrea. Y lo que empezó en una pared de la sala, pasó por sofás, comedor, corredor y terminó en la cama, como cualquier pareja sexual decente. No vamos a detallar todo el ajetreo, esto no es un relato erótico. Pero lo que sí diremos es que Juan Carlos siempre hizo un esfuerzo sobrehumano por no "terminar" y eso le llamó la atención a Andrea, aunque no se explicaba por qué. Quizás el personaje creía fielmente en que el placer es darlo, o quizás era uno de esos hombres frígidos que narran en las historias de ficción, o de terror. Como sea ella estaba feliz y se dedicó a sentir a sus anchas. Y a sus largas. Y profundas. En fin.

Cuando finalmente él ya no pudo más, Andrea estaba sentada sobre él. Juan Carlos empezó a tensionarse, a apretarle los muslos a Andrea, a ponerse rojo, hasta que… inexplicablemente empezó a convulsionar. Sí, así como lo leen.

La tomó de las caderas y la mando a volar. Al principio Andrea lo tomó como un juego. Los primeros 2 segundos. Cuando ella vio que no era broma empezó a preocuparse. "Carajo, ¿qué le dio a este tipo?" fue lo primero que pensó. A los pocos segundos la cosa ya iba por "oiga, nada que le pasa", "mierda, maté a este man". Después de un par de minutos ella ya se hallaba dándole explicaciones al CTI y dejando una viuda en el mundo. Fueron los tres minutos más largos de su vida.

Al final Juan Carlos reaccionó, empezó a respirar más despacio, a recuperar su color natural, e incluso a sonreír. Cuando ella le preguntó qué pasó, él sólo dijo "siempre me pasa". Por Diosssss, ¿Y NO PODÍAS HABERME AVISADO ANTESSS?, pensó ella. Se vistieron en medio de una de las situaciones más incómodas que ella recuerde. Él trataba de hacer bromas y ella… pues se reía como para no hacerle el feo. Hasta que él dijo "¿Y entonces? ¿Cuándo repetimos?".  Ahí fue cuando ella dejó de reírse y lo sacó de su casa. No hay derecho.

Monday, October 17, 2011

FM y AM

Esta historia también le pasó a un amigo...

Era una mañana normal para Andrés, excepto porque una capacitación en otra oficina cambiaría el rumbo de su día y el de una etapa de su vida.

Se presentó temprano, como solía hacerlo todos los días para su trabajo. Incluso un poco más de lo normal por aquello de no dejarse coger de la tarde ya que iba hacia un lugar diferente. Una vez allí saludó a algunos colegas a quienes no veía hacía tiempo. Uno de ellos le hizo una seña para que volteara a mirar unos metros hacia la pequeña cafetería de la oficina. Estaba allí sentada: una hermosa sonrisa resaltaba su delicado rostro y sus gafas pretendían un aire intelectual que la hacía parecer aún más fascinante.
- ¿Quién es ella? - Preguntó Andrés.
- No lo sé, pero está divina, ¿cierto? - Respondió su colega.

Acto seguido, Andrés fue a sacar un vaso de agua para verla más cerca, con tan mala fortuna que el dispensador del agua era desconocido para él y regó un poco. Ella se rió mientras Andrés, abochornado, esbozó una sonrisa y salió de allí inmediatamente.

Minutos después, luego de terminar de saludar, nuestro protagonista entró a la sala donde recibiría su entrenamiento y allá estaba nuevamente ella, sentada. Al verla sonrió y sus miradas se encontraron, como si se conocieran de siempre, como si nunca más se fueran a separar.

Andrés una vez más se dejó llevar pos sus sentimientos y pocas semanas después iniciaba su idilio y una nueva relación con Camila.

Su nueva novia parecía la mujer 10: personalidad arrolladora, tierna, inteligente, echada para adelante y sumamente bonita.

Al principio la relación marchó sobre ruedas y todo era color de rosas... Un noviazgo bastante serio donde por una situación en particular, Andrés inició un proceso de sugerirle mejorar algunos hábitos en su conducta, ya que Camila tenía un aspecto primordial de su vida que tenía totalmente descuidado. Ella quién es un espíritu libre, se molestó por los repetidos comentarios de Andrés, que al ver que esa situación no cambiaba, empezó a desencantarse de Camila.

Unos meses después, la relación fue inviable. Andrés decidió terminar con Camila, aunque la amaba profundamente. Sentía que ella debía aprender a manejar mejor las cosas de su vida sola. Sin embargo, el cariño de ella llevó a que en repetidas ocasiones volvieran a estar juntos, intentando rescatar ese amor mutuo que se tenían. Sin embargo, las cosas nunca volvieron a ser como antes y lentamente el amor que se tenían iba extinguiéndose.

Andrés, en un último intento y convencido que ella es la mujer que quiere en su vida, decide buscarla y dar lo mejor de él para que la relación funcionara, con tan mala suerte que ella ya quería otras cosas para su vida y conocer otras personas.

Simplemente, estaban en frecuencias diferentes: él en FM y ella en AM...

Friday, February 25, 2011

Me están pensando por K y por K


-Todo hermano se interesa por una hermana, sobretodo si es hermana de otro-

No eran gemelas, pero parecían. Andrés conoció primero a la mayorcita, Katherine, gracias a un amigo de la universidad. No hablaron mucho más hasta que se la encontró de nuevo en una fiesta. Dudó si ir a saludarla, la veía diferente, cambiada. Pensó en decirle algo como "¿qué te hiciste en el pelo? Lo tienes lindo, chévere", pero prefirió quedarse un rato más con su grupo de amigos.

Unos minutos después sintió una mano en su espalda. Cuando se dio vuelta vio a Katherine, igualita, tal como la recordaba de la primera vez. "Hooola Kathe, ¿qué sorpresa, cómo estás? Podría jurar que viniste con otro peinado" -"No, seguro me confundiste con Karina". Tras la cara de perdido de Andrés ella prosiguió "Mi hermana. Ven, te la presento". Lo llevó de la mano cruzando la sala "Kari, mira, te presento a Andrés". Ya no las vio tan igualitas, pero tenían su aire.

Andrés se volvió muy amigo de ambas. Hablaban cada cierto tiempo. Hacía mucho no era amigo de dos hermanas, desde la infancia en el barrio. Todo siguió el curso normal de una nueva amistad, llamadas van, llamadas vienen… ambas le coquetearon y él, soltero en aquel entonces, les correspondía. Para él no pasaba de ser un juego tonto. Nunca pensó engañar a la una con la otra. Además no podría escoger. Hasta el cumpleaños de Daniel (por supuesto Andrés sabía que Kathe y Kari estarían allá). Él no las vio hasta entrada la noche y entrados los tragos. Él estaba hablando con una amiga cuando sintió el mismo toque en su espalda. Giró y vio, no a una, sino a las dos hermanitas. Lindas ambas. "Hola Andresito, ¿qué haces?" -"¡Hooola niñas! Aquí hablando con mi amiga, ¿cómo están? Denme un rato, hablamos ahora, ya les caigo".

Efectivamente, al rato fue donde estaban las hermanas. -"¿Quién era ella, Andresito?", dijo una. "Una vieja amiga, es una bacana", -"¿y por qué te tocaba el brazo?", dijo la otra. "Este… ¿no sé? Ni me había percatado", "Andresito, no me parece, tú sabes que tú eres de nosotras, JAJAJAJA" rieron ambas en coro. Él sólo optó por reír con ellas "jaja, tan lindas las hermanitas".

Más tarde, bailando con Katherine, ella le dice "Andrés, es en serio, tú eres de nosotras. Es más, tú podrías estar con Kari y yo no me pondría celosa". Andrés tragó saliva. No lo podía creer. Por primera vez en su vida una mujer le hacía propuestas y a su vez le daba libertad de estar con otra. Como en un sueño. Al rato alguien vino a bailar con Katherine, así que Andrés fue a hablar con Karina que estaba en un rincón del bar. "Hola Andresito, ¿y entonces? ¿Con quién te vas a quedar?" -"¿Ah?", balbuceó Andrés con cara de idiota. "Sí. ¿Te quedas con Kathe o conmigo? A mí no me darían celos si te viera con ella. Nos gustas a ambas, y no tengo problema con compartir". In-cre-i-ble. Si antes era un sueño… ¡ahora eran dos! De muerte lenta.

Así las cosas, Andrés tomó el mejor camino: los dos caminos. Se tomó el resto de cerveza que tenía y le dio un beso apasionado a Karina. No había nada más qué hacer. O bueno, quizás sí pero no en un bar. Hablaron un rato más hasta que volvió Katherine riéndose y diciendo "Camine pues Andrés que ahora le toca conmigo" y se lo llevó a bailar. Él no supo si ella se refería al beso o a hablar, o a bailar o algo más, pero entre vuelta y vuelta -era un merengue- ella le dio un gran beso y le susurró al oído: "no importa, no tienes que escoger, yo comparto. Si compartimos la ropa, ¿por qué no a ti que eres más divertido?". Sobra decir que esa fiesta fue inolvidable para Andrés. Por primera vez besaba a dos mujeres en una fiesta. Es más, por primera vez besaba a dos hermanas. Prácticamente al tiempo. Aunque no pasó nada más, él llegó a su casa con una sonrisa digna del Guasón.

Los tres siguieron hablando como si nada, con total confianza. Para él era extrañísimo ser "compartido" por ambas y que ninguna le viera problema. Él feliz. Luego de un tiempo Karina le dijo "tenemos que hablar". Ouch, me van a terminar, se dijo él, y se pusieron cita en un café. "Hola Kari, ¿qué pasó? me dejaste preocupado" -"Andresito, Kathe y yo estuvimos hablando y hemos decidido que no podemos seguir así". Sagrado Rostro, hasta aquí me trajo el río. "Kathe está empezando a sentir cosas por ti y ya no le parece divertido que tú y yo salgamos. Como yo no he empezado a sentir nada por ti, prefiero que dejemos así. Sal con ella nada más". Es la primera vez que me medio terminan, pensó él, pero estuvo de acuerdo. "Está bien. Es mejor no jugar con fuego", aunque hacía rato se habían quemado.

Él siguió saliendo con Katherine por un tiempo. El problema es que para él eso empezó como un juego, naturalmente, y no tenía mayores sentimientos por ninguna de las dos. Katherine estaba empezando a involucrarse sentimentalmente más de la cuenta. La cosa no iba muy bien. Él no se sentía comprometido con ella. Incluso pensaba más en Karina ahora que no la tenía. La bendita ley de la vida de desear más lo que no se tiene. Igual, todo terminó cuando sus doblemente suegros decidieron radicarse en otro país.

Andrés nunca me quiso decir a dónde se fueron. Pero cuando se emborracha dice llorando "epa chamo, me quedé sin la hallaca y sin el cocosette".

Tuesday, February 22, 2011

El primer baile

Por @OmarGamboa

Para bailar con Andrés o Carito:


-La primera vez duele-

Era su primera mintieca. Qué emocionante. Las minitecas son los primeros pinitos de todo cachorro humano en la jungla social y Andrés no fue la excepción. Es su primer enfrentamiento con aquella manada de seres exóticos, esos especímenes despiadados que lo harán padecer gran parte de su vida, devanarse los sesos tratando de descifrar ese comportamiento que va más allá de su primitivo pensar.

Como todo adolescente que se respete, Andrés no fue emparejado sino con su grupo de amigos, todos igual de inexperimentados a él. Iban a encontrarse además con el grupo de amigas que conoció dos meses atrás, por supuesto gracias a las habilidades de sus amigos. Él no era tan hábil para conocer en aquel entonces. Pasó varios días pensando nervioso en el tema. Prom de colegio religioso femenino: Dios mío… ¡¡era como estar de safari en Zimbabwe!! El ritual lo hizo completo, tal como lo vio siempre en comerciales: música a todo volumen, afeitarse -algo innecesario a esa edad-, la mejor camisa, el correspondiente chorrito de colonia boy-boy en sus manos para aplicársela en las mejillas. Por favoooorrrr, ¿cuál Brad Pitt?? ¡Ni George Clooney tiene tanto estilo! Dos horas antes de comenzar la fiesta, que de por sí ya era bastante temprano, se encuentra todo el grupo de amigos. "¡Demonios! ¡Todos vieron los mismos comerciales que yo!", pensó Andrés cuando notó que todos olían a lo mismo. 

Aunque todos tenían la misma risa nerviosa, ninguno pensó que se notara. La ansiedad y los primeros esbozos de feromonas asomaban, hasta que por fin apareció el papá de Santi, el mejor amigo de Andrés. La pandilla completa se sube al carro y pasan eternos 20 minutos en su viaje final. ¡¡¡Zimbabwe: Aquí vamos!!! Era como ir en un B52 esperando que se iluminara la luz roja y todos saltaran en sus paracaídas tras el GO-GO-GO del comandante.

Llegó ese momento que parecía tan lejano: 3 de la tarde de sábado, Andrés se baja del carro y mira con desdén la fachada del colegio, como vio que hacen los protagonistas de las películas de acción. Cuando se cerciora que el grupo está completo, empieza a caminar con paso firme -al menos eso creía él- buscando su destino. Algo aturdido por no conocer el terreno, ingresa al majestuoso salón oscuro. Las ventanas estaban cubiertas con bolsas de basura, negras. Sólo se podían ver unas luces fastidiosas de todos colores que le pegan directo en la cara, y unas cuantas siluetas de lo que parecen ser personas. ¡Dios mío! ¡Niñas! Hasta aquí llegó la valentía.

Sintió que todos lo miraban, repasó rápidamente: ¿camisa planchada? bien; ¿pantalón? puesto (¿o es que ustedes nunca soñaron que estaban en medio de un montón de gente y de repente se dan cuenta que no tienen pantalón?); zapatos? claaaaro, los de moda; parece que todo está bien. DIOS: ¿es el jean nuevo? ¿o el que se rompió en el último partido de fútbol improvisado contra los de la cuadra de al lado? Alivio, no hay huecos. ¿Colonia? Obvio, boy-boy, "para los niños de hoy". Esas miradas no podían ser sino de admiración, se dijo Andrés para envalentonarse.

Sus amiguitos ya iban más adelante, Santi encabezando. Carajo, Santi siempre ha sido el más popular entre las niñas, ¿¿por qué siempre se me adelanta??. Con paso veloz Andrés los alcanza, gracias a que se detuvieron revisando el terreno, buscando el mejor lugar para iniciar su cacería: Tierras altas, siempre ha sido la mejor opción. Desde ahí Andrés miró a lado y lado, buscando a Carito y sus amigas. Ella siempre fue la que más le llamó la atención, sobretodo desde aquella vez que jugaron 7-pum y ella ganó. Además de bonita era muy inteligente. Él supo que era el amor de su vida porque la primera vez que la vio sintió que caminaba en cámara lenta. "¡Allá están!" gritó Camilito señalando a un lado del salón, y todos se dirigieron allí. Andrés las saluda a todas de la mano -igualito que se saludan los jugadores de baloncesto antes del partido- dejando a Carito para el final, obviamente. Sintió que las piernas se le doblaban cuando sintió esa mejilla suave en la suya. "¡¡¡NUNCA ME VOY A LAVAR LA CARA!!!" se juró a sí mismo. Era como estar en la puerta del paraíso. Sólo faltaba que San Pedro dejara entrar. La charla nerviosa se dio entre todos, Ricardo, el mayor de todos y el que siempre tenía un chiste a mano, era el que más hablaba. El chiste a mano es porque tenía unos papelitos en que anotaba los chistes. Era medio desmemoriado el pobre. Andrés estaba entre intentar decir algo inteligente y forzarse a no mirar mucho a Carito y delatarse. Lo peor que puede pasarle a un niño de esa edad es que ella sepa que él la quiere. Bueno, que lo sepa ella y que lo sepan sus amiguitas.

Cuando la música empezó, sonaba tan duro que ninguno se escuchaba, pero cuando Ricardo dejaba de gesticular, todos se reían en coro: seguro era algo chistoso. Andrés actuaba mecánicamente, lo único que tenía en mente era bailar con Carito por primera vez. Bueno, bailar con una mujer que no fuera su tía por primera vez. Respiró hondo, la miró muy nervioso, fue hasta allá y le dijo "¿bailamos?"

Continuará. 

Amigos que nos siguen