Sunday, April 4, 2010

Un día Juliana llegó... (cuarta parte)

Si te perdiste la tercera parte... haz click aquí.

Por: OmarGamboa

- Agua que no has de beber, déjala correr -
Varias veces llamó Juliana a su amigo sin ninguna respuesta. Cansado como estaba por no haber dormido la noche anterior, pensando en que mientras el amigo aparecía y ella se fuera podría pasar mucho tiempo - ya era más de media noche y Andrés tenía que madrugar a trabajar y no podía darse el lujo de llegar un minuto tarde- fue que Andrés finalmente decidió a regañadientes decirle a Juliana que pasara la noche con él. Juliana estaba terriblemente buena, pero claramente ella no le daría ni la mano. Así las cosas era más el costo que el beneficio, pero era preferible eso a llegar a la oficina con dos horas de sueño encima, máxime cuando la noche anterior tampoco durmió un carajo.

La niña evidentemente aceptó pasar la noche con él. Más se demoró él en pedírselo que ella en ponerse la pijama (obvio, frente a él) y acostarse a dormir, dándole la espalda -y ese culo caido del cielo-. Andrés suspiró y recordó cómo es que se sentía cuando adolescente, se dio media vuelta y durmió. Al otro día sucedió lo mismo: ella se tomó todo el tiempo del mundo para arreglarse y salir. Andrés sabiendo cómo iba a ser aquello, no la esperó y se entró a bañar temprano esperando que ella hiciera lo propio. Antes de bañarse sucedió algo inesperado. Algo que uno sólo espera que pase en las películas, en las novelas, comedias o cuando mucho, en un blog: "Huy Andrés, acabo de tener un accidente. ¿No tienes de casualidad por ahí unas toallas higiénicas?"

Cuando Andrés reaccionó, casi que le responde "Qué pena, se me acabaron justo ayer". Sabiendo que era una emergencia le dijo "no, pero ya llamamos a la droguería a ver si nos hacen un domicilio". Andrés llamó a cuanta droguería había en su barrio y cercanías, pero en ninguna contestaron. Sólo en una, en donde le dijeron que los domicilios se hacen a partir de las 8 am. Eran las 6. Maldición ciega, maldición china, indonesia... todas juntas. Además que fuera sólo desde las 8 implicaba quedarse hasta esa hora allí, y Andrés necesitaba estar antes de las 9 en su trabajo. Era posible, aunque complicado. Resignación de nuevo: madrugar no sirvió de nada. Él se arregló, le pidió a ella que se alistara también. Finalmente llegaron las dichosas toallas higiénicas, con alas por supuesto. (¿No podían haberlas mandado volando?). Cuando ella estuvo lista para salir y Andrés estaba al borde del infarto, faltaban 20 minutos para las 9 de la mañana. Juliana le dice "Oye, no tengo plata, ¿me acompañas a un cajero?". Él tenía el tiempo preciso para dejarla en el paradero del bus, no podía darse el lujo de desviarse, esperarla o dejarla "tirada" en cualquier lugar, aunque ganas no le faltaran. Andrés prefirió prestarle plata -más- y no perder el tiempo que no tenía. "Oye ¿y qué hacemos con las maletas? -le preguntó Juliana- Yo no me las puedo llevar. ¿Las puedo dejar aquí?". Como si fuera poco. Pensándo rápidamente Andrés le dijo que entonces las dejara en la portería y se encontraran allí, mientras él sacaba el carro. "Ah, ¿vas en tu carro? ¿Entonces por qué no dejamos las maletas en tu carro y cuando nos encontremos por la noche me las das?" -"Esteeee, no, no. ¿Qué tal necesites algo y yo no pueda encontrarme contigo? Mejor las dejas en un lugar al que puedas ir en cualquier momento". La excusa funcionó y ella finalmente dejó las maletas en la portería. Andrés fue por el carro, recogió a Juliana y salió disparado. La dejó en el bus con tan solo 7 minutos para llegar a su oficina a tiempo, estando a 60 calles. Increíblemente llegó a tiempo a la oficina (manejó como loco desesperado, tal vez porque efectivamente lo estaba), contó con suerte y no había tráfico.

A lo largo del día Andrés recibió múltiples llamadas a su celular, desde números desconocidos. Siempre supuso que era Juliana y él sencillamente prefirió no arriesgarse y no contestarle a nadie cuyo número no conociera. No tenía ninguna intención de encontrarse de nuevo con ella. Ya era suficiente. Más que suficiente. Esa noche, Viernes, Andrés se iba a reunir con sus amigos, como de costumbre. La cosa es que donde siempre se ve con sus amigos era exactamente la misma zona donde Juliana dijo que iba a estar, así que cuando él fue luego del trabajo sentía paranoia. En cada esquina paraba y miraba antes de cruzar, miraba por los espejos a ver si alguien lo seguía. Se subió la solapa de la chaqueta. Caminaba mirando al suelo. No, es que Jason Bourne come chitos al lado de lo que Andrés hizo esa noche. Luego del operativo se encontró con sus amigos y les contó la "pequeña" historia. Por supuesto ellos nunca le creyeron, no que hubiese pasado, sino que él no le haya tocado un pelo a la niña. Ok, Andrés tampoco lo creía. La noche pasó sin contratiempos.

Al otro día, Sábado, Andrés tenía un matrimonio y Juliana lo sabía. Sin embargo, por cosas de la vida el matrimonio se aplazó así que Andrés estaba libre y el sábado durmió hasta tarde. Eso Juliana no lo sabía. A eso de las 10 am Andrés se levantó, saludó a su mamá y se pusieron a conversar, Andrés contándole los últimos acontecimientos con Juliana. Empezaron a desayunar cuando sonó el citófono. Podemos comparar eso con la música de Psicosis. Andrés soltó el pan que tenía y con la boca abierta miró a su mamá. Ella también lo miró. El terror se apoderó de él.

(Continuará?)

3 comments:

  1. ah no por Dios!!! como lo dejas a uno con semejante intriga!!!! plis!!! ponla que sigue rapido!!!!

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  2. nojoda nojoda mira!! la verdad personas como él no existen!! o si existe, preséntameloooooooo
    jajajajajaajajajajaja mucho buen corazón muy huevón en serio! ja

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