Sunday, March 7, 2010

Un día Juliana llegó... (segunda parte)

Aquí la primera parte

Por: OmarGamboa
- La cama y la cárcel son pruebas de amigos. -



Andrés y Juliana subieron por el ascensor, él cargándole las dos maletotas -las de mano sí las llevaba ella, alma caritativa-. Por supuesto él ya estaba pensando "en qué me metí Bendito Dios". Al entrar al apartamento, procurando no hacer mucho ruido y despertar a alguien, ella le pide a Andrés una piyama porque "le dolía la espalda" por el viaje. Obviamente él se preguntó "¿y esta vieja pecueca? ¿no se supone que tiene media hora?". Pero como finalmente no era su problema si ella llegaba tarde, buscó en su armario y encontró un pantalón de piyama de los más pequeños. Juliana no le dio tiempo ni de pensar si se iba o no, cuando se fue quitando el jean que traía. Andrés quedo sencillamente atónito presenciando semejante escena, de esas que uno no espera que le vayan a pasar... o al menos no sin un besito de arranque. Aunque sea. 

Pues esta mujer poseía uno de esos traseros como para hacerle un busto, porque el busto si no le daba para el busto. Andrés extendió la mano sin dejar de mirarla (y sin cerrar la boca) - procurando no ser tan indecente como siempre pensó que sería en esta situación- y le dio el pantalón, que ella se puso con la mayor naturalidad del mundo. Obvio, ella se ha visto empelota toda la vida, ¿cuál es la novedad? Acto seguido Juliana se acostó en la cama, todavía destendida, boca abajo -gacela cansada-, mientras Andrés era presa de todo tipo de malos pensamientos. A su cabeza volvió aquella recurrente pregunta que solemos hacernos los hombres: "¿es que acaso las mujeres no se dan cuenta de cómo nos provocan?" y siguió: ¿me estará provocando o será tan conchuda que piensa que para mí es normal verla en tanguita? Es que ni a mi hermana, carajo!"

Superado el trauma y cerrada la boca Andrés se acostó junto a ella, convenciéndose de que ella efectivamente sólo quería descansar. Igual, en sólo media hora el taxista llegaría y ella ya debería estar lista. Por otro lado cuando ella se fuera él entraría a bañarse y llegaría a su oficina temprano para quedar como el mejor de los empleados. ¡¡Perfecto!! Al dar las 6 sucedió lo esperado: llegó el taxi. El citófono sonó tan duro como nunca, Andrés miró a Juliana con cara de "¿qué carajos le digo?" a lo que ella respondió sin abrir la boca pero en perfecto español "dile que vuelva en 15 minutos" -osito perezoso-. Cuando Andrés volvió a su habitación la niña ya estaba despierta pero no estaba preparándose para arreglarse como cualquiera hubiese esperado. Ella estaba con el computador de Andrés en sus piernas: "Voy a mirar facebook un ratico, ya te lo desocupo".

Para cuando sonó el citófono nuevamente ya la mamá de Andrés se había levantado, así que ella contestó el aparatejo. "No mamá, dile que vuelva en 15 minutos que esta niña no se ha entrado a bañar", dijo Andrés, antes de darle el beso de los buenos días y de mirarla con cara de "sí, yo sé, por pendejo me pasan estas vainas". Volvió a su habitación y al confirmar que ella seguía inmersa en internet, él decidió entrarse a bañar, con la esperanza de que ella siguiera su ejemplo -ovejita descarriada-. Efectivamente, cuando Andrés salió para verla lista para su baño quedó de una pieza porque, por el contrario, ella estaba sacando la ropa de las maletas y la estaba acomodando en ¡¡SU ARMARIO!!. Juliana -sangijuela vividora- le dijo "no te preocupes, esta noche te la ordeno mejor". "(¿¿QUEEEEEEEEEE??) ¿cómo así que esta noche? ¿te vas a quedar esta noche?". Juliana entró riendo al baño -por fin- dejando a Andrés tratando de organizar sus ideas y darse cuenta a qué hora pasó todo eso.

Cuando ella salió de la ducha a cambiarse, Andrés ya estaba desesperado y pensando que no había conocido antes una persona tan despreocupada -conchuda- en la vida. Para ese entonces el taxi ya había vuelto y estaba esperando en la portería. Hace rato. Juliana muy amablemente le recordó a Andrés que le prestara plata para el taxi porque ella -pajarillo inocente- no tenía un peso encima, prometiendo regresárselos esa misma noche cuando se volvieran a ver. Por fin esta niña salió de la casa de Andrés, dejándolos -a él y a su mamá- silenciosos y tratando de entender qué acabó de pasar. Un poco aliviado volvió Andrés a su habitación acomodó las maletas de Juliana donde pudo, escogió la ropa que se pondría, respiró hondo y pensó "¿ahora... cómo belcebúes voy a salir de esta?"

(Aquí la tercera parte)

5 comments:

  1. Malditos me dejaron con la intriga :D

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  2. ya a ver quiero saber que sigue...

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  3. yo ya quiero saber que sigue para dar mi opinion

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