Previously on "Andrés, no me des besos":
"Un día de estos deberías pasar y consentirme un rato" le dijo Catalina a Andrés. Entraron a su apartamento, ella se desvistió y se acostó junto a él, pero al rato lo mandó a su casa frustrado -Maldita sea-. Él se alejó, ella lo buscó a los pocos días y lo invitó de nuevo a su apartamento "ponte cómodo mientras yo me baño" y se bañó frente a él con la puerta abierta.
Ahí vamos. Ahora... si quieres leer con más detalle, aquí está la primera parte, y aquí la segunda.
Para escuchar mientras lees.
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Cuando él entró al baño dispuesto a todo -o al menos a no quedarse con la duda- ella muy pudorosa, alma de Dios, se tapó con la toalla y le dijo "Andrés ¿qué haces?" -"Eh.. eh… pues… es que dejaste tu puerta abierta y… pues…" -"No Andrés, sal que me tengo que vestir". Lo único que se dijo él fue ¿vio? Por eso no me empeloté, qué pereza esta vieja.
Vestirse es un decir, porque Catalina salió en una pijamita diminuta, blanca casi transparente, que dejaba muy poco a la imaginación. Andrés estaba por enloquecerse. Hacía sesenta y cinco segundos ella lo echó del baño tras bañarse con la puerta abierta, y ahora salía así… espectacular. Por supuesto volvió a acostarse junto a él, juguetona y risueña. Él… bueno, él no sabía qué hacer. Ella se le insinuaba bastante y él no sabía cómo tomarlo. Después de un rato empezó a acariciarla como la primera vez y ella se dejó. Simple. Pero de nuevo, tras un considerable avance, le dijo "tengo sueño, voy a dormir." Esta vez él sí se disgustó. Se despidió y se fue con la intención de no volverla a llamar. Vieja loca.
Ella lo llamó varias veces y conversaron, pero Andrés le sacó siempre el cuerpo y no salieron más. Si algo te pasa una vez es falta de experiencia, si te pasa dos es tu culpa. Pero si te pasa tres eres un imbécil.
Pasó un buen tiempo hasta que coincidieron en una fiesta donde un amigo en común. La fiesta pasó como toda fiesta pasa: música, trago, baile, risas, fotos, algunos borrachos… que se van o se duermen en donde caen. Pasó como toda fiesta pasa, excepto porque Catalina, por alguna razón que sólo las mujeres podrán entender, empezó a insinuársele de nuevo a Andrés: se sentó junto a él, si él se iba ella lo seguía le hablaba al oído, le bailaba al frente muy explicita. Cuando le dijo "no tengo nada debajo del pantalón", él ya empezó a perder la fortaleza. Pero la terminó de perder cuando ella sacó su celular y le dijo "mira las fotos que me tomé hoy" y le mostró una serie de fotos de espejo, con ella sin una prenda encima. Ahí fue cuando él dejó de pensar nada diferente a qué cuerpazo tiene esta pendeja.
Al final, los únicos despiertos y relativamente sobrios eran Andrés y Catalina. Todos se fueron a sus casas o a dormir. Se quedaron ellos dos solos en la sala, y él pensando sólo en una cosa. Por poco se manda a darle un beso, pero recordó los episodios anteriores, así que mejor optó por hacerle propuestas muy directas que ella -muy recatada y pura- rechazó. Tras insistir un rato, él la convenció de ir a una habitación desocupada y culminar lo que quería desde hace mucho.
Se levantó, la tomó de la mano y la llevó. La miró a los ojos y se dijo por fin serás mía, maldita. Le quitó toda la ropa sin reparos. Finalmente no había que darle besitos. Se quitó la suya y se lanzó sobre ella dispuesto a todo. Pasaron 5 segundos de felicidad cuando de repente ella empezó a estremecerse y a quejarse por dolor. Quitó a Andrés bruscamente. Él la miró jadeante entre sorprendido y frustrado. Le preguntó varias veces hasta que ella por fin le dijo que le estaba ardiendo mucho y que no podían seguir. "Andrés: creo que soy alérgica al látex."
No volvieron a hablar.
-FIN. Maldita sea.-