Wednesday, March 28, 2012

Andrés, no me des besos


Andrés fue a esa reunión de cumpleaños sin mucho entusiasmo. Seguramente sería como todas las demás reuniones, pero con gorrito y pitos. Llegó sin mucho entusiasmo y saludó a todos los conocidos. Sólo había una persona que no conocía así que se presentó. Ella tenía una cara muy bonita, como hacía rato no se cruzaba en la vida de Andrés.

Catalina hablaba diferente y alegre, tenía una conversación interesante; el checklist de Andrés estaba bien avanzado… hasta que ella se levantó al baño. "Dios mío, qué culazo" se dijeron todos los hombres con la mirada. Hasta los de la mesa de al lado dejaron de hablar para verla caminar. Eso le daba como cuatro check más en la lista. Carajo, tengo que conocerla mejor.

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Pasados unos días Andrés se animó a llamarla. Por supuesto no podía llamarla al día siguiente "ni de riesgo voy a ser un intenso", pero tampoco que pase mucho tiempo como para que Catalina se olvide de quién es él. Un par de días y llamadas después, salieron. Fueron a cine, se divirtieron y disfrutaron mucho su compañía. Cata es muy cinéfila así que sus planes más frecuentes eran ir y hablar de cine. Carajo de nuevo, aparte de todo Cata es muy inteligente.

Andrés decidió que quería algo serio con ella. No quería que fuese una más, alguien pasajero, así que se tomaría las cosas con calma. Iría muy despacio, que no crea que soy un perro. Sus citas con Cata por lo general terminaban con él llevándola a su apartamento, dejándola en la entrada del edificio y él sintiéndose bien porque no intentó nada más… hasta que una noche al despedirse ella le dijo "un día de estos deberías pasar y consentirme un rato". Re-carajo, ¡me encanta esta vieja!

Si esta historia fuera todo felicidad y risas no sería interesante. No podemos hacer una del tipo "Se conocieron, se quisieron, se amaron y fueron felices". Eso no pasa en la vida real. Y menos con Andrés. Toda rosa tiene su espina, todo cielo tiene su nube, todo jugo tiene su pepa (para no ser tan poéticos). Toda mujer tiene su pero, y el de Catalina nunca le había tocado a Andrés: No le gustaban los besos. 

Sí, cuando ella le contó eso a Andrés él se dijo lo mismo: ¿GUATTTTTT?. Y reaccionó igual: "Jejeje, no, en seeeerio. ¿No te gustan?". Cuando Andrés me contó, no le creí. ¿A quién no le gustan los besos? Probablemente la mordieron en su primera experiencia "osculística". De pronto el primer beso se lo dio alguien que venía de comer perro caliente con cebolla extra. Quizás el primer beso se lo dio a la almohada y lo sintió muy trapudo. Claro, en mi espíritu periodístico le dije todo eso a Andrés. "No marica, yo le pregunté de todo y ella me dijo que nada de eso, que simplemente no le gustan, que no sabía por qué, pero que no le producían nada, que sentía más emoción viendo "El boletín del consumidor".

Por supuesto eso le quitó muchos puntos a Catalina en el checklist mental de Andrés. Al lado de muchas cosas positivas había un graaaaan "NO LE GUSTAN LOS BESOS". A partir de ese día él dejó de llamarla con la misma frecuencia. Eso para él era importantísimo.

En alguna salida a cine, la llevó a su casa en el carro, como siempre. La diferencia la hizo un dolor de cabeza monumental que Catalina traía desde la mañana. Claro, a media noche ella ya estaba de muerte. Cata se recostó en el hombro de Andrés para que él la consintiera un rato. Ahí él recordó la noche en que ella le insinuó que entraran al apartamento y se lo dijo: "Cata, si tú quieres entramos a tu apartamento, te consiento un rato el dolor de cabeza y me voy. ¿Qué dices?".

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"Aaaaaay marica, hasta que se animó, ¿no?" fue lo que le dije a Andrés. Me dijo "le juro por lo que quiera que no entré con la más mínima intención de hacer nada. Ella tenía un dolor de cabeza tenaz y se le notaba. Además esa es la razón No 1 en el mundo para no tener sexo." -"Claro, pero con el marido, además esos son cuentos chinos." -"Bueno, listo, eso es cierto, pero en serio yo no entré a eso. La vieja partiéndose del dolor de cabeza…" -"y partiéndose de buena" lo interrumpí yo. -"Sí, buena y todo pero jodida. Además ya no me interesaba. ¿No ve que no le gustan los besos?" -"¿Y eso cuándo le ha importado?" -"Marica, digamos que usted sólo la quiere por sexo… ¿cómo la seduce sin darle un besito? Todo comienza con un beso, así sea chiquito. Tirar sin besar es raro, es como impersonal, ¿no cree?" -"Bueno sí, tiene razón."

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Pues ella le dijo que sí. Parquearon y subieron a su apartamento. Ella apagó la mayoría de luces -por aquello del dolor de cabeza-, puso música suave -por aquello del dolor de cabeza- y lo llevó a su cama para que la consintiera -por aquello del dolor de cabeza.

Pasado un rato ella ya se estaba durmiendo así que Andrés le dijo inocentemente "Cata, deberías ponerte pijama o si no cuando te la pongas te despiertas y te da la misma. La idea es dejarte dormida e irme". Ella se dio la vuelta, lo miró inexpresiva, se levantó, rodeó la cama y caminó despacio hacia el armario. Dándole la espalda a Andrés se desabrochó el jean y se lo quitó sin reparos. Andrés quedó absolutamente embobado y sorprendido. Efectivamente Cata tenía una de las colas más espectaculares que él haya visto. Creo que dejó de respirar para no hacer ningún ruido y desconcentrar a la pobre muchacha. Para no alterarle su hábitat. Como cualquiera de nosotros -espíritus científicos- habría hecho. No siendo suficiente, Cata se quitó blusa y brasier, mostrando una espalda bien bronceada, una piel lisa, un cuerpo espectacular color canela. Sacó del armario una camiseta blanca, se dio vuelta para ver a Andrés y se la puso mirándolo. Inexpresiva.

Caminando despacio fue hacia la cama y se acostó junto a él.


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